
“Hemos de romper con el paradigma histórico que considera a la Amazonía como una despensa inagotable de los Estados sin tener en cuenta a sus habitantes (…) El reconocimiento y el diálogo serán el mejor camino para transformar las históricas relaciones marcadas por la exclusión y la discriminación”. (Papa Francisco, Puerto Maldonado, 2018)
El Papa Francisco visitó el Perú y se reunió con nativos de diferentes pueblos originarios en la ciudad de Puerto Maldonado (Madre de Dios). Las imágenes del encuentro son más que emotivas. Emotivas no por el trasfondo religioso, sino porque confirmamos que esta era la única oportunidad de visualizar (dentro y fuera del país) a nativos y nativas de etnias que ni siquiera sabemos diferenciarlas, y por lo mismo, reconocerlas.
¿Seremos capaces de trascender? ¿Serán capaces nuestras autoridades de visualizar el entorno y en la diversidad, desarrollar políticas que nos ayuden a convivir y a salir adelante de acuerdo a las perspectivas y cosmovisiones que tenemos cada uno de los sectores o zonas o pueblos originarios del Perú?
Parece que las transformaciones tardarán, pues tres días después de que el Papa Francisco visitara Puerto Maldonado y exigiera la defensa de las comunidades y la prevalencia y respeto a su cultura y a su tierra, el Congreso peruano promulgó la Ley 30723, que declara de prioridad e interés nacional “la construcción de carreteras en zonas de frontera y el mantenimiento de trochas carrozables en el territorio de la región Ucayali.”

Yesica Patiachi Tayori. Foto: Charlie Peña. www.soloparaviajeros.pe (1)
De las notas informativas aparecidas en los medios, luego de la promulgación rescato lo siguiente: “El Ministerio de Cultura del Perú precisó (…) que la construcción de carreteras en las zonas de frontera de Ucayali podría afectar directamente el territorio de al menos cuatro reservas indígenas (Isconahua, Murunahua, Madre de Dios y Mashco Piro).
Pedro Solano, director de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), indicó que la ley promulgada “es peligrosa”, ya que no tiene el sustento técnico ni el análisis requerido para trazar los tramos viales. “Es una norma muy general, que abre la puerta a crear vías innecesarias”.
De otro lado, Wili Reaño, creador e impulsor de la campaña #MadreDiosPuede, escribe y comparto su opinión: “A pesar del duro golpe que ha significado para nosotros la aprobación por parte del congreso peruano de una infeliz iniciativa que pone en riesgo la salud y la vida de centenares de indígenas en aislamiento voluntario y contacto inicial de la Amazonía, seguimos firmes en la ilusión de un tiempo nuevo por llegar. Y en esa porfía vamos a continuar”.
No nos queda otra.
Por eso, a pesar de la realidad adversa, quiero hablarles de Yesica Patiachi, la maestra bilingüe de la comunidad harakmbut de Puerto Luz en #MadredeDios, que leyó el primer discurso (y el más conmovedor) ante el Sumo Pontífice.
- Somos sobrevivientes de muchas crueldades e injusticias.
- Seguimos resistiendo.
- Muchos foráneos invaden nuestros territorios (…) sin consultarnos.
- Sufrimos muchos porque nos dejan agua negra metalizada, sufriremos cuando envenenen y malogren nuestros ríos convertidos en agua negras de la muerte”.
- Si logran quitamos nuestras tierras podemos desaparecer.
Quizá para muchos, no haya quedado claro, el origen de Yesica Patiachi. En el año 2015 publicó el libro: “Relatos Orales Harakbut”. En esta publicación de 172 páginas – y reproduzco el escrito de la página web: www.fenamad.com.pe – la autora rescata 16 relatos orales recopilados entre los años 2000 y 2007, narrados por los ancianos y ancianas harakmbut de San José de Karene y Puerto Luz, comunidades nativas en las que Yesica nació y vivió (respectivamente), los primeros años de su vida.
Wili Reaño, conversó con ella luego de su magistral presentación ante el Papa, y entre otras sabias respuesta, le contó (por raíz y herencia) la leyenda fundacional del pueblo harakbut, la que evoqué cuando vi por primera vez la película Avatar de James Cameron:
Para los harakmbut, la vida se inició después de un incendio que estuvo a punto de acabar con los bosques, cuando la humanidad entera se vio precisada a subirse a las ramas del árbol A’nämëi –o wanamei-, una deidad vegetal, un árbol de la vida, que alojó a hombres y animales para comenzar todo de nuevo: “En pleno incendio, cuando todo estaba perdido y las aguas sabían amargo, apareció un loro queriendo depositar una semilla. El loro le pidió a los harakbut permitir que su fruto germinara en el vientre de una mujer virgen”, cuenta.
Una a una las muchachas harakbut fueron desfilando sin éxito ante el misterioso loro erikeyakeya (o papagayo, en algunas versiones del mismo mito) … hasta que una jovencita que había sido llevada con discreción por una abuela sabia resultó fecundada por el ave sagrada brotando de su vientre un Anamei, el Árbol de la Vida. “El frondoso árbol de la salvación”, acota Yesica siguiendo al relato mítico que escuchó cuando era niña y pudo plasmar en el libro “Relatos orales Harakbut”. (www.soloparaviajeros.pe)

O´redn kusipe Nuestro kusipe. (Fuente www.servindi.org)

Önwë Leche materna. (Fuente www.servindi.org)
Yesica rescata su esencia y no solamente lo hace a través de la palabra. Ella es pintora autodidacta. El bosque le habla y ella delinea sus formas sobre el lienzo. De la mano de sus dos grandes maestras (su madre y su abuela) ha recogido el saber harakbut y ha creado la muestra: “Arakbut ettonë ihei do, Soy mujer Arakbut”, una serie de cuadros que hablan de la mujer y del rol que cumple dentro de la sociedad harakbut “donde la convivencia milenaria con el entorno se da en absoluta y mágica armonía”.
A través del arte replica los saberes aprendidos y los hereda, pues en esta exposición de pintura (inaugurada en agosto del 2017 en Puerto Maldonado) también fueron considerados dos trabajos de su hija de 8 años.