TALENTO. Wilder Cotrina, creador de máscaras y habilidoso danzante desde que empezó que ser sanmarquino es ser un diablo. Foto: Martín Alvarado

Sucede en San Marcos, Cajamarca, la última semana del mes de mayo. Comienza un viernes y termina un domingo. A paso acelerado y en pleno huayno y marinera, los diablos veneran a San Isidro Labrador aunque él prefiere que ellos se luzcan y sean los protagonistas.

Diablo serás y fue. Wilder Cotrina tenía pocos años cuando empezó a escabullirse entre la gente para observar a los grandes (de prominentes cuernos y faldellín agrecado), cómo hacían sonar el rebenque (un látigo que, dicen, ahuyenta a los malos espíritus).

A cada tocada del bombo, este Wilder, salía corriendo por las calles alineando cuernos y ojos alambrados para sentir, una vez más, que San Isidro le hacía el milagro y estaba allí, eufórico, con ganas de bailar también.

Así que se hizo danzante. Un diablo con todas las de la ley. Ágil en el huayno, disciplinado, entrador, encamisado, decorado y luciendo su pañuelo blanco en cada marinera. Enmascarado como se exige. Feliz. La poderosa máscara le quitaba la timidez al instante. Era otro, tan distinto, que quizá si le daban a escoger, hubiese elegido quedarse en el infierno.

A sus 14 años ansiaba una máscara linda y nueva cada mayo. La realidad económica de casa lo obligaba a resignarse y reparar la que tenía. Entonces, iluminado, quizá por San Isidro o de repente por las vibras del Cerro Chiclayito, decidió perfeccionar su talento en el papel maché y comenzó a confeccionar mascaritas usando cartón. Debe haberse hecho varias hasta que pasó a usar la malla metálica. El arte creativo fluyó y llegaron los pedidos. Al principio eran 5 o 6, luego fueron 20, 30, 40.

La poderosa máscara le quitaba la timidez al instante. Era otro, tan distinto, que quizá si le daban a escoger, hubiese elegido quedarse en el infierno.

 

TODOS JUNTOS. El atractivo mayor de la Fiesta de San Isidro es la presencia de los diablos. Varones y mujeres se ponen el traje para danzar tres días sin parar. Foto: Martín Alvarado

Wilder ya tiene más de 37 años como danzante y un poquito menos como mascarero. Su oficio le ha dado prestigio y en la actualidad también forma parte de la asociación cultural que busca rescatar y disciplinar la danza.

-¡¡¡¡Mamá!!!- interrumpe Santiago Z, colocándose más cerca del muñeco diablo.

– ¿Le preguntaste a don Wilder cómo hacía la máscara?

– Por supuesto. Te leo lo que me respondió:

La parte del rostro es una malla metálica que se amolda con una prensita. La parte de atrás que es como la cabeza y a la que llamamos coco, se trabaja con costal de yute y tocuyo, con goma. Es decir, se hace una argamasa de harina y cola, y se prensa en moldes para sacar lo que digo, el “coco”. Luego ya tenemos encima la ornamenta del huacho, es decir, los cuernos de carnero que consigo en los camales durante todo el año.

  • Los cuernos de las máscaras del baile entonces son de carnero… ¿cómo los llama él?
  • Huacho, así le dice al carnero.
  • Mamá ¿te acuerdas cuando hicimos una tarea y me contaste que había más diablos en el Perú?
  • De hecho, todos tenemos algo de diablos, un poco al menos. Nos equivocamos y quisiéramos, a veces, tener una máscara para escapar, para que nadie nos reconozca. Los diablos en el Perú son saltarines, juguetones, serios, alocados, devotos, bailarines y amantes de una tradición que heredaron de sus padres y abuelos. En ocasiones se cree que solo existe la Diablada de Puno, porque la han visto en la tele y es famosa. Te digo para que sepas que no es así.
  • Claro, tenemos a la danza del señor Wilder: los diablos de San Marcos.
  • Sí, pero hay más. Hay diablos distintos, de otro traje, de otra careta y que aparecen en diferentes épocas del año. Quizá el enlace maravilloso que tienen entre ellos es que su presencia destaca dentro de una celebración religiosa. Muestran cuernos prominentes y rostros de susto, aunque veneran a la virgen o al santo de turno: a San Isidro, a la Virgen del Carmen, a la Purísima…. (Fragmento del libro de Sonaly Tuesta: “Escritos para Santiago Z”, editado por la Municipalidad de Lima.

EL PATRÓN. San Isidro Labrador comparte la celebración con diablas y diablos de San Marcos. Foto: Martín Alvarado